viernes, 21 de noviembre de 2008

Entonces tomé el librito de la mano del
ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como
la miel, pero cuando lo hube comido,
amargó mi vientre.

El apocalipsis 10:10


He ahí el hombre ahogado en el riachuelo de su sangre.

Se arrastra, muerto, quizá dormido,
y vio Dios que era bueno.

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