
¿Cuál es su idea del dolor?
Extrañamiento, la posibilidad de extrañarse de si mismo.
¿Cuál es su primer recuerdo doloroso?
No tengo recuerdos dolorosos.
¿Cuál ha sido su dolor más grande?
Que me hagan este cuestionario.
¿Qué dolor le desearía a un enemigo?
El que no sienta dolor.
Que dolor no desearía nunca a nadie?
El de verse a sí mismo.
¿Qué se aprende del dolor?
No se aprende.
¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?
No existe.
¿Su miedo más grande?
Sentir dolor.
¿El rasgo que más deplora de sí mismo?
No sentir dolor.
¿El rasgo que más le gusta en otras personas?
Que sientan dolor, como posibilidad de sentir.
¿Cuál ha sido su mayor atrevimiento?
Publicar un libro.
La virtud más sobrevalorada es...
La humildad.
¿Qué es lo que más le disgusta de su apariencia?
Mi barba.
¿Que es lo que más le gusta?
Mi no barba.
¿Cuáles son las frases o palabras que más usa?
Hay que vernos, ¿no?...
¿De qué es de lo que más se arrepiente?
De haber publicado un libro.
¿Cuál considera que es su estado mental actual?
Confuso.
¿Cuál es su más preciada posesión?
Mi perro, creo.
¿Cuál considera que es la peor miseria?
La incapacidad de sentir.
¿Cuál es la cualidad que más le gusta en un hombre?
La capacidad de abstracción.
¿Y en una mujer?
La capacidad de no abstracción, de poner las cosas en la realidad.
¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
Ahora.
¿Cuándo miente?
Siempre.
¿Cuál es su paseo favorito?
Por el barrio chino en NY.
¿Quién o qué ha sido el más grande amor de su vida?
Mi perro, creo.
¿Cuál es su idea de la muerte?
Negra.
¿Qué es lo que lo hace reír?
Casi todo.
¿Qué es lo que lo hace llorar?
También casi todo.
Su logro más grande...
Estar aquí contestándote este cuestionario.
"Soy Mario Bellatin y odio narrar, apareció publicado en un diario hace algún tiempo. El hecho de ser escritor está más allá de una decisión consciente que haya podido ser tomada en un momento determinado, continuaba la nota. No recuerdo exactamente cuándo nació la necesidad de ejercer esta actividad tan absurda, que me obliga a permanecer interminables horas frente a un teclado o delante de las letras impresas de los libros. Y eso, que para muchos podría parecer encomiable y hasta motivo de elogio, para mí no es sino una condición que no tengo más remedio que soportar" (p.9)
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